CATÁLOGO | Panorama de narrativas
El engaño de Selb
En esta novela que obtuvo el Deutscher Krimi Preis, Selb vive en Mannheim. Tiene un pasado como fiscal nazi, un presente como detective privado y no sabe si todavía, a sus casi setenta años, tiene un futuro. Fuma. Tiene novia, Brigitte, tres amigos -Eberhard, Philipp y el agente de policía Nágelsbach-y un gato, Turbo. Juega al ajedrez. Pero no soluciona sus casos como los problemas del ajedrez. Se involucra en ellos, y la verdad que busca en sus investigaciones es siempre también la verdad sobre sí mismo.
Un hombre contrata a Selb para que busque a su hija que ha desaparecido sin dejar rastro. Durante sus investigaciones por la zona del Palatinado tropieza con un depósito de gases tóxicos procedentes de la Segunda Guerra Mundial, ahora supuestamente utilizado por los americanos para almacenar sus propios gases de combate. Un atentado contra dicho depósito y el intento de encubrirlo le proporcionan una primera pista para solucionar el caso. Selb encuentra a la joven, pero también averigua que quien la busca no es su padre, y que no es de sus padres de quien huye.
«Al igual que La justicia de Selb, la lectura de El engaño de Selb supone un auténtico placer para el lector. El personaje de Gerhard Selb se puede equiparar con otros detectives de novelas policíacas como los investigadores suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö de Martin Beck, o Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán o el turco-alemán Kemal Kayankaya de Jakob Arjouni» (Thorsten Langscheid, Mannheimer Margen).
«Hay pocos autores de novelas policíacas alemanas que escriban argumentos tan sutiles y sarcásticos como Schlink, en un alemán tan preciso, agudo y sin esfuerzo aparente» (Frankfurter Rundschau).
«Selb tiene todas las características para competir con los grandes detectives ingleses, americanos y franceses, desde Philip Marlowe a Maigret, a su manera muy personal, especial y alemana» (Wochenpresse).
RESEÑAS DE PRENSA
En esta novela que obtuvo el Deutscher Krimi Preis, Selb vive en Mannheim. Tiene un pasado como fiscal nazi, un presente como detective privado y no sabe si todavía, a sus casi setenta años, tiene un futuro. Fuma. Tiene novia, Brigitte, tres amigos -Eberhard, Philipp y el agente de policía Nágelsbach-y un gato, Turbo. Juega al ajedrez. Pero no soluciona sus casos como los problemas del ajedrez. Se involucra en ellos, y la verdad que busca en sus investigaciones es siempre también la verdad sobre sí mismo.
Un hombre contrata a Selb para que busque a su hija que ha desaparecido sin dejar rastro. Durante sus investigaciones por la zona del Palatinado tropieza con un depósito de gases tóxicos procedentes de la Segunda Guerra Mundial, ahora supuestamente utilizado por los americanos para almacenar sus propios gases de combate. Un atentado contra dicho depósito y el intento de encubrirlo le proporcionan una primera pista para solucionar el caso. Selb encuentra a la joven, pero también averigua que quien la busca no es su padre, y que no es de sus padres de quien huye.
«Al igual que La justicia de Selb, la lectura de El engaño de Selb supone un auténtico placer para el lector. El personaje de Gerhard Selb se puede equiparar con otros detectives de novelas policíacas como los investigadores suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö de Martin Beck, o Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán o el turco-alemán Kemal Kayankaya de Jakob Arjouni» (Thorsten Langscheid, Mannheimer Margen).
«Hay pocos autores de novelas policíacas alemanas que escriban argumentos tan sutiles y sarcásticos como Schlink, en un alemán tan preciso, agudo y sin esfuerzo aparente» (Frankfurter Rundschau).
«Selb tiene todas las características para competir con los grandes detectives ingleses, americanos y franceses, desde Philip Marlowe a Maigret, a su manera muy personal, especial y alemana» (Wochenpresse).