CATÁLOGO | Narrativas hispánicas
Todos mienten
Sobre el transfondo frívolo del Madrid moderno, dibujado con trazos ágiles y no precisamente compasivos, Todos mienten relata el paso de la adolescencia a la madurez de un joven que ha crecido en dos ambientes casi opuestos.
En casa, rodeado siempre de las amigas de su madre, viuda de un autor teatral que conoció el éxito, siempre ha oído historias de amor contadas entre risas y lágrimas. Con los abuelos paternos, en cambio, conoce un mundo mucho más convencional, extrañamente marcado por la desgracia: la muerte, la enfermedad y la locura atacan a casi todos sus componentes.
Pero los ritos de paso que tendrá que superar el narrador de esta historia le entremezclarán con otros muchos personajes, desde ese tío materno que hizo las Américas y regresa enriquecido a España, hasta un viejo compañero de colegio que fluctúa entre el triunfador sin escrúpulos y el marido derrotado. Quizá, sin embargo, sea el hermano menor, un chico inteligente, activo y sensible, admirado por todos, el contrapunto más importante, pues, mientras que el protagonista se muestra incapaz de madurar, su hermano aprende rápidamente a vivir.
Enfrentado al vértigo de tan variadas experiencias, sometido al constante vaivén de familiares y conocidos, entre los que no encuentra su lugar, el narrador acabará aprendiendo que tal vez lo cuerdo, lo conveniente, la única forma de vivir, sea, a fin de cuentas, engañarse a uno mismo, mentir. Quien vive miente, aunque, de uno u otro modo, todos viven, todos sucumben, todos mienten.
Soledad Puértolas, cuya categoría de novelista está sobradamente consolidada, nos ofrece en Todos mienten una reflexión agridulce en tono de comedia que demuestra, una vez más, su indiscutible y personalísima fuerza narrativa.
RESEÑAS DE PRENSA
Sobre el transfondo frívolo del Madrid moderno, dibujado con trazos ágiles y no precisamente compasivos, Todos mienten relata el paso de la adolescencia a la madurez de un joven que ha crecido en dos ambientes casi opuestos.
En casa, rodeado siempre de las amigas de su madre, viuda de un autor teatral que conoció el éxito, siempre ha oído historias de amor contadas entre risas y lágrimas. Con los abuelos paternos, en cambio, conoce un mundo mucho más convencional, extrañamente marcado por la desgracia: la muerte, la enfermedad y la locura atacan a casi todos sus componentes.
Pero los ritos de paso que tendrá que superar el narrador de esta historia le entremezclarán con otros muchos personajes, desde ese tío materno que hizo las Américas y regresa enriquecido a España, hasta un viejo compañero de colegio que fluctúa entre el triunfador sin escrúpulos y el marido derrotado. Quizá, sin embargo, sea el hermano menor, un chico inteligente, activo y sensible, admirado por todos, el contrapunto más importante, pues, mientras que el protagonista se muestra incapaz de madurar, su hermano aprende rápidamente a vivir.
Enfrentado al vértigo de tan variadas experiencias, sometido al constante vaivén de familiares y conocidos, entre los que no encuentra su lugar, el narrador acabará aprendiendo que tal vez lo cuerdo, lo conveniente, la única forma de vivir, sea, a fin de cuentas, engañarse a uno mismo, mentir. Quien vive miente, aunque, de uno u otro modo, todos viven, todos sucumben, todos mienten.
Soledad Puértolas, cuya categoría de novelista está sobradamente consolidada, nos ofrece en Todos mienten una reflexión agridulce en tono de comedia que demuestra, una vez más, su indiscutible y personalísima fuerza narrativa.