CATÁLOGO | Panorama de narrativas
En deuda con el placer
En deuda con el placer supuso un auténtico acontecimiento nacional e internacional, incluso antes de su publicación. Se afirmó que era «la primera novela inglesa de los noventa que podía compararse con Dinero de Martin Amis, El loro de Flaubert de Julian Barnes y El país del agua de Graham Swift» (The Bookseller) y los derechos de traducción fueron vendidos en numerosos países. Una novela que fue descrita por su editor inglés de la siguiente forma: «Tómese Pálido fuego de Nabokov, El perfume de Süskind y El loro de Flaubert de Barnes, con un toque de A pleno sol de Patricia Highsmith y La cocina provincial francesa de Elizabeth David.»
Tarquin Winot, erudito, voluptuoso, snob y terriblemente civilizado, ha decidido escribir un libro de cocina muy poco convencional. En realidad, será un tratado a la manera de la Fisiología del gusto de Brillat-Savarin, de quien Tarquin piensa que fue, junto al Marqués de Sade, una de las grandes mentes transgresoras de su época. Pero Tarquin es un habilísimo mentiroso que, como un iceberg, esconde mucho más de lo que revela, y el sinuoso relato de este maestro del ingenio malvado, que comenzara como las refinadas reflexiones de un dandy sobre el placer, entremezcladas con exquisitas y canónicas recetas y rememoraciones acerca de los perdidos paraísos del pasado, acabará por convertirse en el ambiguo, cómicamente ominoso testimonio de alguien que ha hecho de su vida una peligrosísima obra de arte.
«Una obra maestra, un artefacto literario delirante y divertido donde hasta las recetas de cocina son irresistibles» (John Walsh, The lndependent).
«Tarquin pertenece a ese linaje de narradores poco fiables, como el escritor de Los papeles de Aspern o el Humbert Humbert de Lolita... Es Bertie Wooster fingiendo ser Baudelaire, un hombre cuya obsesión por la inteligencia y el poder resulta cómica, no porque fracase ni por su feroz amoralidad, sino porque incluso en su siniestro triunfo no puede dejar de ser ridículo» (Michael Wood, The New York Review of Books).
«Una novela que se disfraza de ensayo que a su vez se disfraza de libro de cocina, y que se las arregla para combinar las virtudes de los tres géneros» (New Yorker).
«Lanchester es, claramente, un descendiente de Nabokov, Winot es un hermano carnal del Humbert Humbert de Lolita y tiene también un fuerte parentesco con Charles Kinbote, el demente narrador de Pálido fuego. Una novela extraordinariamente inteligente y, con frecuencia, sumamente divertida» (Richard Boston, The Guardian).
«Vitriólica, horriblemente divertida» (John Banville, The Observer).
«Diabólicamente inteligente, una fascinación insidiosa» (Publishers Weekly).
RESEÑAS DE PRENSA
En deuda con el placer supuso un auténtico acontecimiento nacional e internacional, incluso antes de su publicación. Se afirmó que era «la primera novela inglesa de los noventa que podía compararse con Dinero de Martin Amis, El loro de Flaubert de Julian Barnes y El país del agua de Graham Swift» (The Bookseller) y los derechos de traducción fueron vendidos en numerosos países. Una novela que fue descrita por su editor inglés de la siguiente forma: «Tómese Pálido fuego de Nabokov, El perfume de Süskind y El loro de Flaubert de Barnes, con un toque de A pleno sol de Patricia Highsmith y La cocina provincial francesa de Elizabeth David.»
Tarquin Winot, erudito, voluptuoso, snob y terriblemente civilizado, ha decidido escribir un libro de cocina muy poco convencional. En realidad, será un tratado a la manera de la Fisiología del gusto de Brillat-Savarin, de quien Tarquin piensa que fue, junto al Marqués de Sade, una de las grandes mentes transgresoras de su época. Pero Tarquin es un habilísimo mentiroso que, como un iceberg, esconde mucho más de lo que revela, y el sinuoso relato de este maestro del ingenio malvado, que comenzara como las refinadas reflexiones de un dandy sobre el placer, entremezcladas con exquisitas y canónicas recetas y rememoraciones acerca de los perdidos paraísos del pasado, acabará por convertirse en el ambiguo, cómicamente ominoso testimonio de alguien que ha hecho de su vida una peligrosísima obra de arte.
«Una obra maestra, un artefacto literario delirante y divertido donde hasta las recetas de cocina son irresistibles» (John Walsh, The lndependent).
«Tarquin pertenece a ese linaje de narradores poco fiables, como el escritor de Los papeles de Aspern o el Humbert Humbert de Lolita... Es Bertie Wooster fingiendo ser Baudelaire, un hombre cuya obsesión por la inteligencia y el poder resulta cómica, no porque fracase ni por su feroz amoralidad, sino porque incluso en su siniestro triunfo no puede dejar de ser ridículo» (Michael Wood, The New York Review of Books).
«Una novela que se disfraza de ensayo que a su vez se disfraza de libro de cocina, y que se las arregla para combinar las virtudes de los tres géneros» (New Yorker).
«Lanchester es, claramente, un descendiente de Nabokov, Winot es un hermano carnal del Humbert Humbert de Lolita y tiene también un fuerte parentesco con Charles Kinbote, el demente narrador de Pálido fuego. Una novela extraordinariamente inteligente y, con frecuencia, sumamente divertida» (Richard Boston, The Guardian).
«Vitriólica, horriblemente divertida» (John Banville, The Observer).
«Diabólicamente inteligente, una fascinación insidiosa» (Publishers Weekly).