CATÁLOGO | Panorama de narrativas
El ángel negro
«El principio de una historia es sólo la continuación de otro principio.» Así piensa, antes de iniciar el recuento de sus bromas, la protagonista de «Aserrín, aserrán», uno de los seis inquietantes relatos que componen este libro. Cuando se haya cumplido su propia traición verá descender ante el espejo la imagen de su ángel de la guarda «con un pelaje oscuro y raso como el de una rata». La aparición súbita y antigua del mal, ese «ángel negro» que turba el inocente juego de recoger frases anónimas en los cafés o que encañona a los jóvenes que en la noche conversan confiados y alegres, proporciona a este conjunto de historias una sólida y espléndida unidad. A esa cohesión contribuye tanto la enigmática figura de Tadeus, que dos cuentos comparten, como los símbolos del agua: las truchas que evocan la vida del viejo poeta, tal vez la sombra de Montale, o el Capitán Nemo cuando visita la imaginación de un niño en el último y más extenso de los relatos. Un mismo gusto desasosegado pero exquisito, áspero pero elegante, recorre con sutileza cada una de estas pequeñas piezas maestras.
Entre los aspectos más relevantes del arte literario de Tabucchi destaca en este libro el asombroso dominio de la narración. Las historias están relatadas mediante un impecable vaivén temporal, en el que la fantasía, el recuerdo y la imaginación cumplen su propio papel dentro de la acción, alterando inesperada y sorprendentemente la linealidad de los sucesos.
«Un libro intenso y desazonante» (Renato Minore, Il Messaggero).
«Algo circula por el interior del libro, entre cuento y cuento, como una inquietud contagiosa, y con frecuencia febril» (N. Merola, L'lndice).
«En Tabucchi, la presencia del ángel negro, que se convierte en nominal y concreta, alcanza la oscura aparición del mal, ya sea individual o histórico-colectivo» (Lorenzo Mondo, La Stampa).
«Una escritura siempre fascinante» (Ala in Sarrabayrouse, La Quinzaine Littéraire).
RESEÑAS DE PRENSA
«El principio de una historia es sólo la continuación de otro principio.» Así piensa, antes de iniciar el recuento de sus bromas, la protagonista de «Aserrín, aserrán», uno de los seis inquietantes relatos que componen este libro. Cuando se haya cumplido su propia traición verá descender ante el espejo la imagen de su ángel de la guarda «con un pelaje oscuro y raso como el de una rata». La aparición súbita y antigua del mal, ese «ángel negro» que turba el inocente juego de recoger frases anónimas en los cafés o que encañona a los jóvenes que en la noche conversan confiados y alegres, proporciona a este conjunto de historias una sólida y espléndida unidad. A esa cohesión contribuye tanto la enigmática figura de Tadeus, que dos cuentos comparten, como los símbolos del agua: las truchas que evocan la vida del viejo poeta, tal vez la sombra de Montale, o el Capitán Nemo cuando visita la imaginación de un niño en el último y más extenso de los relatos. Un mismo gusto desasosegado pero exquisito, áspero pero elegante, recorre con sutileza cada una de estas pequeñas piezas maestras.
Entre los aspectos más relevantes del arte literario de Tabucchi destaca en este libro el asombroso dominio de la narración. Las historias están relatadas mediante un impecable vaivén temporal, en el que la fantasía, el recuerdo y la imaginación cumplen su propio papel dentro de la acción, alterando inesperada y sorprendentemente la linealidad de los sucesos.
«Un libro intenso y desazonante» (Renato Minore, Il Messaggero).
«Algo circula por el interior del libro, entre cuento y cuento, como una inquietud contagiosa, y con frecuencia febril» (N. Merola, L'lndice).
«En Tabucchi, la presencia del ángel negro, que se convierte en nominal y concreta, alcanza la oscura aparición del mal, ya sea individual o histórico-colectivo» (Lorenzo Mondo, La Stampa).
«Una escritura siempre fascinante» (Ala in Sarrabayrouse, La Quinzaine Littéraire).