CATÁLOGO | Panorama de narrativas
Pálido fuego
Nos hallamos ante una obra maestra, un «tour de force», una novela originalísima, desconcertante y diabólicamente divertida, que figura entre las preferidas de su propio autor y en la que refulge, de forma inigualable, su alambicada ironía y su mortífero humor.
Pálido fuego se presenta como la edición póstuma de un largo poema escrito por John Shade, gloria de las letras norteamericanas, poco antes de ser asesinado. En efecto, la novela consta del susodicho poema, más un prólogo, un voluminosísimo corpus de notas y un índice comentado del editor, el profesor Charles Kinbote.
A través de sus prolijos y entrometidos comentarios sobre el poema, sobre su amistad con Shade los meses anteriores a su muerte, y sobre el lejano reino de Zembla, que tan precipitadamente tuvo que abandonar, Kinbote va trazando un hilarante autorretrato, en el que acaba por delatarse como un individuo intolerante y altivo, excéntrico y perverso, un auténtico y peligroso chiflado. En este sentido, podría decirse que Pálido fuego es también una novela de intriga, en la que al lector se le invita a tomar el papel de detective.
Pálido fuego tiene otra curiosa particularidad: parece parodiar anticipadamente la prolija edición de Lolita anotada (1970), de Alfred Appel Jr., entonces aún no escrita. También se ha evocado un cierto paralelismo enrte el reino de Zembla y el palacio de Sopa de ganso de los hermanos Marx, tan admirados por Nabokov.
«Uno de los libros más divertidos y más originales que he leído en mucho tiempo» (Terry Southern).
«Pálido fuego es el libro más salvaje, más divertido y a la vez más grave jamás escrito. No hay nada parecido en esta tierra de Dios» (Virgilia Paterson).
«Esta obra de Nabokov, como un centauro, mitad poema y mitad prosa, este tritón de las profundidades, es una creación de perfecta belleza, simetría, maravilla y originalidad y verdad moral. Pretendiendo ser una rareza, no puede disfrazar el hecho de que es una de las auténticas grandes obras de esta centuria; la novela moderna, que todo el mundo pensaba que estaba muerta, tan sólo se fingía enferma» (Mary McCarthy).
RESEÑAS DE PRENSA
Nos hallamos ante una obra maestra, un «tour de force», una novela originalísima, desconcertante y diabólicamente divertida, que figura entre las preferidas de su propio autor y en la que refulge, de forma inigualable, su alambicada ironía y su mortífero humor.
Pálido fuego se presenta como la edición póstuma de un largo poema escrito por John Shade, gloria de las letras norteamericanas, poco antes de ser asesinado. En efecto, la novela consta del susodicho poema, más un prólogo, un voluminosísimo corpus de notas y un índice comentado del editor, el profesor Charles Kinbote.
A través de sus prolijos y entrometidos comentarios sobre el poema, sobre su amistad con Shade los meses anteriores a su muerte, y sobre el lejano reino de Zembla, que tan precipitadamente tuvo que abandonar, Kinbote va trazando un hilarante autorretrato, en el que acaba por delatarse como un individuo intolerante y altivo, excéntrico y perverso, un auténtico y peligroso chiflado. En este sentido, podría decirse que Pálido fuego es también una novela de intriga, en la que al lector se le invita a tomar el papel de detective.
Pálido fuego tiene otra curiosa particularidad: parece parodiar anticipadamente la prolija edición de Lolita anotada (1970), de Alfred Appel Jr., entonces aún no escrita. También se ha evocado un cierto paralelismo enrte el reino de Zembla y el palacio de Sopa de ganso de los hermanos Marx, tan admirados por Nabokov.
«Uno de los libros más divertidos y más originales que he leído en mucho tiempo» (Terry Southern).
«Pálido fuego es el libro más salvaje, más divertido y a la vez más grave jamás escrito. No hay nada parecido en esta tierra de Dios» (Virgilia Paterson).
«Esta obra de Nabokov, como un centauro, mitad poema y mitad prosa, este tritón de las profundidades, es una creación de perfecta belleza, simetría, maravilla y originalidad y verdad moral. Pretendiendo ser una rareza, no puede disfrazar el hecho de que es una de las auténticas grandes obras de esta centuria; la novela moderna, que todo el mundo pensaba que estaba muerta, tan sólo se fingía enferma» (Mary McCarthy).